La redada del cine California y los Super-8 perdidos

_

Nos detuvieron mientras veíamos ingenuos Super-8 a la una de la madrugada, creyendo que se trataba de algún mitin clandestino. Registraron mi casa y se llevaron de todo, incluidos todos los Super-8 que tenía en Madrid por entonces (el 60%).

—Iván Zulueta (Dirigido Por, 1980).

* * *

La madrugada del viernes 22 al sábado 23 de octubre de 1971 tuvo lugar uno de los eventos que marcarían la biografía de Iván Zulueta. Durante una proyección privada en el cine California, la Policía irrumpió en el local reventando el candado que guardaba la entrada. El aviso lo había dado alguno de los vecinos del inmueble, sito en la calle Andrés Mellado: además de los ruidos que decían soportar mientras se celebraban estas proyecciones (que se venían sucediendo desde hacía unos 4 meses y que debían estar acompañadas de música), el aspecto de los asistentes les hizo sospechar que en el interior del cinematógrafo se estaban produciendo reuniones ilegales de carácter político.

Todo empezó en el cine California […]. Lo cogió en aquel tiempo Mamerto López Tapia y allí se empezaron a montar números que tenían mucha conexión con el rock, se organizaban sesiones con cosas de los Beatles que no se veían habitualmente, se estrenó «La calle 42», «El submarino amarillo»… Yo colaboré mucho con el California, pintaba las fachadas de lo que se estrenaba, dibujaba la publicidad de prensa, etc… Y una noche se organizó un pase de super-8 de películas inestrenables que había por Madrid. Yo llevé unas cuantas. Y claro, por supuesto, aquello no tenía permisos de ningún tipo ni falta que le hacía. Estábamos pasando películas cuando de pronto se oyeron unos gritos, se encendieron las luces y nos vimos rodeados de grises. El suelo se llenó por completo de todo tipo de chinas, pipas y demás objetos, todos muy ingenuos. En definitiva, alguien se había chivado de que allí había algo de política y se confundieron por completo; se encontraron con una serie de películas que iban todas de hippies de Ibiza, en fin, unas frivolidades que les cabrearon muchísimo.

—Iván Zulueta (Sur Exprés, 1987)

Casi todos los diarios importantes de la época se hicieron eco de la noticia a partir de una nota de la agencia Cifra. Omitiendo el nombre del cine así como el de los asistentes, subrayaban que se trataba de un grupo de jóvenes que fue sorprendido en un cine de Madrid mientras veía películas pornográficas y consumía marihuana y anfetaminas. Entre ellos se encontraban dos mujeres, una de ellas de nacionalidad británica. La otra resultó ser una joven madrileña que más tarde trabajaría como actriz con Iván: Marta Fernández-Muro, por entonces 21 años.

Estábamos viendo unas películas en Super-8 que había hecho Iván en Ibiza… Nada, la cosa más tonta, más light… pues que a lo mejor salía, sí, salía Will More un poco desnudo, y una chica que fue muy muy amiga de Iván, Maribel [Godínez], también salía un poco desnuda… […] Estábamos viendo eso y otro corto que había hecho Iván con trozos de Marilyn… la cosa es que de pronto entró la Policía y nos metió a todos en la cárcel.

—Marta Fernández-Muro (El Mundo, 2012).

Solo los semanarios de sucesos El Caso (Madrid) y Por Qué (Barcelona), este último dedicándole incluso un titular en su portada, ahondaron en la investigación, publicando no solo el nombre del cine y el de Iván, sino detallando las circunstancias de la actuación policial y tratando de dilucidar los grados de responsabilidad de cada implicado a través de testimonios.

Según El Caso, este tipo de proyecciones se organizaban con el fin de que el encargado de la programación de la sala (Luis Mamerto López Tapia, cineasta y agitador cultural ya fallecido, por entonces presidente de la asociacion de cineclubs españoles) pudiera valorar la inclusión o no de las películas en pases abiertos al público:

El pasado viernes se iban a pasar en el cine California dos películas de Iván Zulueta, un ex alumno de dirección en la Escuela Oficial de Cinematografía y autor de la película musical «Un, dos, tres… al escondite inglés». Las dos películas que Zulueta iba a proyectar aquella noche estaban rodadas en formato no profesional, en «Super 8», y el interés de Mamerto López-Tapia en verlas residía en la idea de proyectarlas como complemento de la película de Los Beatles «Let it be», que pensaban estrenar en fecha próxima. […]
Una de las dos películas lle­va el título de «La muerte de Marilyn», y por lo que hemos podido averiguar, consiste en lo siguiente: Zulueta rodó frente a un aparato televisor va­rias secuencias de películas de Marilyn Monroe cuando fueron proyectadas por TVE en el ciclo que organizó el pasado mes de enero sobre la genial actriz. Tan sólo en esto con­sistía la película.
La otra película, al parecer, ha sido rodada por Zulueta en las islas de Ibiza y Formente­ra con grupos de jóvenes que pasan las mayor parte del año en aquellos paradisíacos luga­res y que han sido clasifica­dos como «hippies». No cono­cemos el argumento de la pe­lícula ni más detalles sobre la misma, pero sí tenemos noti­cia de que en ella aparece al­gún desnudo.

(El Caso, 1971)

Zulueta recuerda que esa segunda película no era otra que la versión inicial de Mi ego está en Babia.

Habíamos hecho un super-8 marginal que fue a los festivales de París y Nueva York que se llamaba «Mi ego está en Babia». Se hizo un verano en Ibiza y era esa idea un tanto fantástica y un tanto romántica de irse de vacaciones con los amigos y utilizarlas para filmar. La primera parte la hice con Maribel Godinez de protagonista. Se suponía que al siguiente verano rodaríamos el casamiento pero en medio de esto ocurrió que me quitaron el material.

(Sur Exprés, 1986)

A pesar de que la información de El Caso hace mención únicamente a dos filmaciones de Zulueta, Por Qué apunta a que fueron cuatro las películas confiscadas, de las cuales solo dos —según su versión— serían obra de Zulueta. Su enfoque, además, es más sensacionalista y beligerante, no dudando en lancear la reputación de Zulueta:

De los cuatro filmes ocupados solamente uno es verdaderamente pornográfico. Aparecen mujeres totalmente desnudas, fumando grifa, realizando el acto sexual con hombres, bañándose… en fin, escenas de este tipo. Todas —excepto una que muestra aspectos de la vida hippie en Ibiza— han sido rodadas en el interior de un piso. Lo más probable es que hayan sido filmad­as en el apartamento que Iván tie­ne alquilado en la plaza de España por ocho mil pesetas, aunque después va­ya a comer al Seu por falta de dinero.

(Por Qué, 1971)

Respecto a si existía contenido pornográfico o no en aquellos cortos, valga también está declaración de Antonio Gasset, colaborador y amigo de Iván en esas fechas, aunque contradice frontalmente la exposición del propio Iván y la de Marta Fernández-Muro:

«Concretamente se estaba proyectando uno en el que aparezco masturbándome» explica Gasset, que con sorna dice que su pene debe estar todavía en la que por entonces era la Dirección General de Seguridad.

(El Mundo, 2012)

Durante el registro del local se hallan además restos de droga, factor que agravaría la situación, poniendo aún más sobre el alambre la situación penal de los allí presentes:

La Policía realizó un minucioso registro del local y encontró una pequeña pipa de color blanco, de las usadas para fumar grifa; un frasco de regular tamaño que contenía, al parecer, algún producto alucinógeno, y un gramo de grifa.

(El Caso, 1971)

Los 21 asistentes eran automáticamente detenidos y transferidos en furgonas policiales a la Dirección General de Seguridad, donde arribarían hacia las 4 de la madrugada. El domingo sería detenido otro de los encargados de la programación del cine. El lunes día 25, antes de cumplirse las 72 horas que marcaba la ley, los detenidos eran puestos a disposición judicial en el Tribunal de Orden Público, ubicado en el Palacio de las Salesas (actualmente sede del Tribunal Supremo). Los cargos: pornografía y consumo de drogas.

La sede de la Dirección General de Seguridad en 1966

La Casa de Correos vista desde la calle Preciados, por entonces sede de la Dirección General de Seguridad (1966).

La gerencia del cine se apresuró a defender de forma anónima su inocencia en las páginas de Por Qué, vertiendo la responsabilidad sobre la persona de Mamerto López Tapia:

—Ningún empleado ni el gerente ha tenido que ver en esto. El señor Ló­pez Tapia no es gerente del cine. Es director de cine y socio de aquí. La so­ciedad —con residencia en Barcelo­na— ha enviado a un representante y ha solucionado el problema; por eso, el cine sigue funcionando normalmente. López Tapia me pidió las llaves del local hace ya bastante tiempo y se las dejé.
—¿Con qué motivos pidió las llaves? ¿Para qué las necesitaba?
—Pues, como es socio, para venir aquí. Exigió de la sociedad que se las dieran. Después, él se las facilitó a otras personas.
—¿Cómo se enteraron los vecinos?
—Porque solían poner música con discos para animarse. Están medio cha­lados. Con la música molestaban a los vecinos, que se venían quejando desde hace algún tiempo. Los chicos venían casi todos los días.

—Representante de Cinestudio California entrevistado en el semanario Por Qué (1971).

Se desconoce exactamente el curso que siguió el caso a partir de este punto, pero según Marta Fernández-Muro la cosa se torció para Zulueta, con interrogatorios y registros en su domicilio:

Nos liberaron de ahí, nos sacaron, no pudieron probar nada… Pero a Iván no le sacaron, amigo mío, a Iván, entre que era vasco, entre que tenía casa propia, en que no sé si se encontró o no se encontró… A mí me preguntaron mucho por la nevera de Iván, si había sustancias o no sé qué coños había en esa nevera…

(El Mundo, 2012)

Zulueta mantenía su inocencia al respecto 25 años después:

[…] a mí me dejaron para el final del todo, como me ha pasado siempre, con Mario Pacheco y Mamerto. Hicieron registros en mi casa y como no sabían qué llevarse arramplaron con una colección de Play-Boy y el resto de las cintas… Allí desapareció mucho trabajo. Lo malo es que luego, por cuestión de drogas… no sé si se creerá pero no fue por mi culpa, me acabaron quitando todo el material que tenía de aquellos tiempos…

(Sur Exprés, 1987)

A resultas de esos registros, en los cuales le fue confiscado todo el material en Super-8, se ordenó su internamiento en el Hospital Penitanciario de Carabanchel por posesión de LSD en algún momento de la primavera de 1972. Allí siguió un proceso, frecuente en la época, establecido por la recientemente aprobada Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social.

¿Cómo fue tu estancia en la cárcel?

Estuve en el hospital penitenciario de Carabanchel. Con el tiempo lo recuerdo como otros recuerdan la mili —yo no la hice por ser hijo de viuda— ya que coincidí allí con Iván Zulueta, una maravilla, a él lo pillaron con ácido, estuvo más tiempo que yo. A mí me tuvieron 26 días. Era un paripé, te tenías que tomar una medicación. Te veía un médico, un psicólogo, y otro que hacía de comisario político.

—Miguel Ríos en una entrevista para Efe Eme (2007).

A pesar de ser calificada como «paripé» por Miguel Ríos, en opinión de Marta Fernández-Muro la estancia en la cárcel cambió la perspectiva de Zulueta, quien a partir de entonces empezó a conducirse de forma más comprometida:

Estuvo no sé si un mes o más… más… estuvo metido en la cárcel. Y no sé si es verdad o no, pero cuando sale Iván de la cárcel me encuentro un poco con otro Iván, un Iván que está más a otro nivel con las cosas en que se mete. Más a muerte.

(El Mundo, 2012)

Precisamente fue durante esta temporada a la sombra de Carabanchel cuando Zulueta leyó por primera vez la novela Drácula, de Bram Stoker, la cual, a pesar de conocer ya sus versiones cinematográficas, le impresionó profundamente y se convertiría en una de las grandes referencias de su posterior largometraje, Arrebato.

Finalmente, el corrimiento de tierras provocado por la redada del cine California se acabaría tragando lo que a partir de entonces se convierte en la terra incognita de su filmografía: los Super-8 de principios de los 70, esos que tanto Antonio Gasset como Eusebio Poncela y Pedro Almodóvar no dudan en calificar de geniales. Diez años después, el propio Zulueta seguiría añorando, entre otras pérdidas, todo este metraje rodado en su formato predilecto, hoy en día aún en paradero desconocido:

Lo que más lamento es un material muy extenso rodado en Ibiza para ser completado con lo que luego sería Babia. Había muchas cosas, una Marilyn sobre fragmentos televisivos de sus películas… Me falta un amplio reportaje sobre la filmación de ‘Los viajes escolares’ de Chávarri… Un material sobre New York, con Will More seduciendo a Taylor Mead, de la Warhol Factory… Parte del ‘Te veo’, mucha sicodelia casera, etc., etc. Algún día que me sienta muy en forma (abogados, juzgados… ), volveré a reclamarlo todo. En el Super-8 New York Carnival perdí (se la dejé a unos franceses que iban a distribuirla por universidades americanas, y nunca más se supo) la primera versión de ‘Babia’. Y este año pasado le presté ‘Souvenir’ a la mujer a la que está dedicada, y se la han perdido al intentar hacer una copia. El Super-8 es verdaderamente efímero… !

(Dirigido Por, 1980)

_

Antón López.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.