Entrevista a Iván Zulueta en Fotogramas (1980)

En enero de 1980, apenas un mes después de haber obtenido la copia cero de Arrebato —y cinco meses antes de su estreno en salas—, Fotogramas dedicaba una entrevista a página completa con Iván Zulueta, firmada por su redactor jefe, Manuel Hidalgo. Preguntas y respuestas tan esquemáticas como un diálogo entre autómatas, parece más el despiece de un texto promocional que un cara a cara. No se adivina en ella apenas nada del espíritu del film, aunque se adentra en su sinopsis casi al borde del spoiler. La citamos a continuación como documento histórico curioso.

Nueva Fotogramas


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No había rodado ningún largo Iván Zulueta —ese maestro del cartel cinematográfico, por otra parte: ver Furtivos, sin ir más lejos— desde aquel Un, dos, tres, al escondite inglés que tan agradablemente nos sorprendiera. Pero todo llega al fin. Llega Arrebato, sobre cuya historia les contamos algo más abajo, que ha escrito el propio Iván, con Augusto Martínez Torres como productor ejecutivo, Ángel Luis Fernández en la fotografía, José Luis Peláez en el montaje y un cast que incluye Eusebio Poncela, Cecilia Roth, Marta Fernández Muro, Antonio Gaset (sic), Carmen Giralt y Vicente Carretón.

P. – ¿Cómo se llama su protagonista?

R. – José Sirgado.

P. – ¿Qué le sucede?

R. – No se termina de resignar a la falta de intensidad.

P. – Eso es grave. ¿Qué edad tiene?

R. – Treinta y tres años.

P. – ¿A qué se dedica?

R. – Acaba de dirigir su segunda película.

P. – Una película complicada, claro.

R. – Da la impresión de que la experiencia ha contribuido a aumentar su malestar.

P. – ¿Por qué?

R. – Se hace preguntas intranquilizadoras. ¿Dónde están los planos poderosos, las imágenes fascinantes, los momentos arrebatadores? ¿Qué falla aquí? ¿Eran ellos o éramos nosotros?

P. – Me intriga. ¿Quiénes eran?

R. – Cuando empieza la película, se diría que José se teme lo segundo y que tiene la suficiente mala leche como para sobrevivir a la crisis, pero ni él ni nosotros sabemos de la noche que le espera.

P. – ¿No podría adelantarme algo?

R. – De acuerdo. Por un lado, su amante, con la que había roto al empezar el rodaje, ha vuelto. Y no viene sola.

P. – ¿Quién le acompaña?

R. – Se trae su mono a cuestas. Está colgada de heroína.

P. – Eso perturba a José…

R. – Sí, le hace recaer en el mismo círculo vicioso del que acaba de salir a duras penas. Por otro lado, Pedro…

P. – ¿Quién es Pedro?

R. – Pedro es un tipo muy peculiar, que ya fascinó a José hace un tiempo.

P. – Siga.

R. – Pedro le envía un misterioso paquete, lleno de sonidos e imágenes que recogen su insólita trayectoria. 

P. – ¿Y qué ocurre esa noche?

R. – José cae rendido ante el mágico recorrido de Pedro, rompe definitivamente con su persona previa y se prepara para dejarse arrebatar como un niño… o como Pedro.

P. – El final, ¿cómo es?

R. – ¡Ah! José no es ni uno ni otro, y para que estas cosas funcionen no basta con desearlas…

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