Antón López: ¿Refilmaste tú las imágenes que aparecen como cortometrajes del personaje de Will More en Arrebato?
Jaime Chávarri: Sí, pero no eran refilmaciones. Yo le di a Iván películas de Super-8 de viajes míos a la India y hay unos planos del Ganges y de un tío así [con los brazos extendidos] que son míos. No estaban hechos para la película ni muchísimo menos.
Antón López: ¿Participaste en algo más?
Jaime Chávarri: Yo creo que no. Cuando la vi fue un shock. Además vi la primera versión, que duraba dos horas y que había metido él la música que realmente le gustaba y que luego no pudo meter, y la película era asombrosa. La otra sigue siendo asombrosa, ¿eh? Pero vamos, era algo que tenía tan poco que ver con nada de lo que se había hecho y con nada de lo que había visto nadie… Y como yo había perdido mucho contacto con Iván todo ese tiempo, realmente a mí me dejó traumatizado la película.
Antón López: Dijiste una vez que al final de Arrebato, cuando Sirgado se pone la venda en los ojos y le ametrallan, comprendiste perfectamente qué es lo que quiere decir, ¿a qué te refieres?
Jaime Chávarri: La película es un suicidio. Para mí la película es un «Hago esto y se acabó», «No tengo dónde ir después de esto», «No hay nada que contar después de esto», y yo creo que Eusebio, el personaje, es Iván.
Antón López: Para mí la historia de Arrebato no es sobre drogas ni adicciones…
Jaime Chávarri: No, no, no… Es una historia de terror y es una historia de él con él mismo.
Antón López: Yo entiendo que es sobre trascender, volver a la magia de la infancia…
Jaime Chávarri: Pero sí tiene que ver mucho con la droga, representada por el cine…
Antón López: De hecho aparece…
Jaime Chávarri: No, pero es que la verdadera droga de la película es el cine, que te engancha a algo que te destruye. Es una película de una lucidez tal… O sea, es como si de repente Iván se diera cuenta de todo lo que le ha pasado y de lo que le está pasando y… Si es que no hay mejor tema que lo que pasa de verdad, o sea, es El Tema. La vida, la muerte, lo que ha sido tu vida hasta que llegas a… Y es terrible, terrible. Yo cada vez que la veo me pone los pelos de punta, me gusta muchísimo, muchísimo…
Antón López: ¿Es este es el vuelo poético de Arrebato al que te referiste una vez?
Jaime Chávarri: El vuelo poético es también muy indefinible y para mí lo tienen películas tan coñazo como Barry Lindon, entonces es muy relativo. Es cuando estás contando algo que no tiene nada que ver con lo que teóricamente estás contando, ¿no? Entonces, para mí Barry Lindon lo que cuenta es el paso del tiempo, no la historia de este señor, y en ese sentido la puedo ver cuarenta veces, porque estoy viendo el tiempo pasar en cada plano y en cada secuencia y me da igual lo que pase en concreto, lo que me importa es otra cosa. Y Arrebato para mí es una de las películas más terroríficas que se han hecho nunca, o sea la pondría con La cosa de Howard Hawks, Los inocentes de Jack Clayton y El experimento del Dr. Quatermass como las cuatro o cinco películas que realmente me han aterrado y me han espeluznado en la historia del cine. O sea para mí sobre todo es una película de terror.
Antón López: ¿Cómo crees que era visto Iván desde la industria?
Jaime Chávarri: No lo sé, porque nunca he sabido ni siquiera cómo se me veía a mí desde la industria. Mal (risas), pero aparte de eso no… No se le veía desde la industria, yo creo que Iván jamás tuvo una oferta. Pero yo tampoco la tuve, por ejemplo. Después de haber hecho tres películas con Elías Querejeta, de las cuales dos habían funcionado de puta madre, yo en la industria no existía… O sea, eran circuitos completamente paralelos y distintos. Si a mí no me llega a llamar Matas para hacer Bearn… y aún así, después… yo sé de muchos productores que «No, no, Chávarri no, que es el de El desencanto, que hace un cine muy raro», y no saben que he hecho Las bicicletas, o Las cosas del querer, o Besos para todos, que han sido películas que han dado muchísimo dinero. Son etiquetas que se quedan y ahí están.
Antón López: ¿Mantuviste contacto con Iván tras su autoexilio en San Sebastián?
Jaime Chávarri: Relativamente, o sea de vez en cuando hablaba con él, fui a la exposición que hizo en San Sebastián, hablábamos por teléfono de vez en cuando, teníamos contacto pero se había perdido el contacto íntimo mucho antes de que se exiliara… Cuando Iván empieza a meterse en el mundo del caballo y todo eso, ya sus amigos son otros. Y algunos eran encantadores, ¿eh?, y no les pasó nada. O sea que tampoco es que quiera decir que era un mundo de drogatas, para nada… pero era otro mundo.
Antón López: ¿Qué te parecen los últimos proyectos profesionales de Iván: Párpados y Ritesti?
Jaime Chávarri: A mí Párpados hay cosas que me gustan muchísimo, muchísimo. Sobre todo ideas sueltas y tal que me gustan… Quizá a la película le falte un poquito de unidad o un poquito de algo, que no lo sé porque hace muchos años que no la veo, ¿eh? Pero tiene cosas maravillosas. El momento del reflejo de la ventana, es un momento de lo mejor de Iván… Ritesti no la conseguí ver nunca, pero Párpados sí, está muy bien.
Antón López: A mí no sé por qué pero me recuerda a Marienbad de Resnais…
Jaime Chávarri: A mí cuando la vi me recordó cosas de Murnau, pero no lo sé. Desde luego me gusta mucho más que Je t’aime, je t’aime. Marienbad también me gusta mucho, pero hombre, lo que tenía El año pasado en Marienbad es que, si te gusta, tiene una unidad asombrosa. O sea, dentro de que es una película que no sabes de qué trata, es una película que es un prodigio de estilo, me encanta. Me sorprendió mucho porque hace tres años en una de las escuelas donde doy clase, un alumno de veintidós años me dijo, «¿Puedo hacer una escena de El año pasado en Marienbad?», y le dije «¿Y tú de qué coño conoces esa película?»; los demás le miraban como si fuera un marciano, directamente… «Es que me encanta esa película». O sea, que de repente hay gente que recupera las cosas… Y a mí me ha gustado siempre Marienbad, quizá con Hiroshima las únicas dos que me gustan de verdad de Resnais. Tiene algo de sueño, de que no sabes lo que está pasando y te da igual y no puedes dejar de mirar, y por otro lado entiendo perfectamente lo que dice toda la gente que no le gusta, y tienen razón, pero me da igual.
Antón López: Visto desde tu perspectiva de colega, ¿en qué cualidad o cualidades crees que reside lo mejor de Iván como cineasta?
Jaime Chávarri: El talento. Si es que hay una cosa que no la puedes, que no se puede… O sea, yo veo una película tan horrorosa como me parece a mí La trama, y se ve el talento por todos lados, y es una película que es tal fracaso, que yo la veo todavía y la pareja de los buenos no me parece que sean buenos, porque me caen tan mal que… y eso es la base de una película. Y sin embargo cada momento hay cosas que dices: «Joder, qué cabrón» (risas)… Y es una película que no me gusta nada. Entonces es eso, es esa sensación de que todo el tiempo hay algo… Como Marnie, que tenía un recuerdo espantoso, solamente la vi cuando se estrenó. La he vuelto a ver ahora y toda la segunda parte es asombrosa y no sé por qué. La primera parte sigue sin gustarme, pero a partir de que entra Sean Connery en la vida de Marnie… Y además es una película de puras emociones, no es una película ni de suspense ni de narices ni nada, y tiene mucho que ver con Vértigo, cosa que yo nunca imaginé que tuviera que ver… Hay algo que tienen los que de verdad son autores, los que de verdad son creadores, que de alguna manera trascienden el material. Y eso es muy difícil… porque además, para apreciarlo tienes que tener una cualidad que es, no que te guste ir al cine, sino que te guste el cine. Y si no, no te enteras. Por lo tanto es una cosa muy minoritaria y muy jodida, ¿no? ¿Cómo transmites que Marnie es una película muy emocionante? Yo cuando la vi me pareció un coñazo…
Antón López: ¿Crees que las películas se crean en los ojos de los espectadores? ¿Cuál es entonces la labor del director?
Jaime Chávarri: Sí, pero creo que eso es en el cine en general, no solo en mis películas. La labor del director es crear una película en la cual eso sea posible. O sea, crear un mundo de sugerencias en la cual cada uno pueda mirar una cosa distinta, ¿no? O sea, Kubrick institucionalmente es un gran director, pero gente a la que le gusta mucho Kubrick le parece un coñazo Barry Lindon. Yo veo en Barry Lindon algo que a los que no les gusta no ven. Pero en cambio, en otras películas, habrá cosas que ellos ven y que yo no veo. Yo muchas películas de Kubrick que creía que no me gustaban, cuando las he vuelto a ver me gustan casi todas, porque hay una personalidad tan potente detrás que, que, que… Es que yo veo La naranja mecánica, que me espantaba, y la veo ahora y digo: «Esta película no se parece a ninguna otra en ni uno solo de sus planos»… Joé macho, qué mas quieres, ¿no? Y no solamente la estética, es todo un concepto de lo que era la película, y no me gustó nada cuando la vi. Y vuelvo a ver Lolita y el único problema que le veo es que es demasiado perfecta, hasta el punto de que ya me puede parecer recortada. Pero cómo está hecha Lolita, o sea, está bien hasta Sue Lyon, si es que es una cosa… Y luego no hablemos ya de Senderos de gloria, de las películas ya, o… Pero es un cine que funciona mucho por el peso específico de una persona concreta que estaba detrás de lo que se estaba haciendo.
Antón López: La guerra civil, esa temática tan denostada hoy en el cine español, ha sido una de tus vías recurrentes para contar historias.
Jaime Chávarri: Pero está funcionando La mula, o sea… Es lo de siempre, te dicen «nooo, la guerra civil», y luego haces una película y funciona.
Antón López: ¿Crees que se han hecho tantas películas sobre la Guerra Civil?
Jaime Chávarri: No, yo creo que directamente no se ha hecho ninguna todavía. Y lo que pasa además es que cuando se hace una que está mínimamente bien funciona de puta madre, o sea que yo creo que eso es una de las mentiras más obvias sobre el cine español, es un tópico total.
Antón López: En un programa de TV de los 80 con Mercedes Milá, hablabas de tu afición por traer películas pornográficas de EE.UU. y de que quizá harías algo en ese género… cosa que hiciste años después. ¿Cómo fue la historia de Regalo de cumpleaños? ¿Trataste de aportar algo al género?
Jaime Chávarri: No, yo en general lo que he hecho siempre han sido pastiches, casi todas mis películas son pastiches. Lo que hago es coger una historia, coger un género, coger algo y hacer algo sobre… casi más sobre el género que sobre otra cosa. Y el porno es exactamente igual, o sea, hice una historia que era una recopilación de todas las… A mí el porno me gustaba en la época en que el porno era una producción en la cual se contaba una historia, había varios personajes, y luego esos personajes, a los que ya habías visto hablar y mirarse y desearse, follaban de verdad. Cuando eso no se producía a mí el porno no me interesaba. A mí el gonzo no me interesa nada, o sea no tiene ningún interés. Y eran películas que además solían ser también pastiches de El padrino, o de no se qué, o de Imitación a la vida… la actriz se llamaba Lala Burner, en fin, había todo un juego con el cine industrial que a mí me parecía apasionante. Y durante esa época el porno me gusta, cuando esto desaparece ya me deja de interesar en absoluto. Es una cosa que tiene relación con algo que me gusta que es el cine, en cuanto deja de tener relación con el cine ya no me gusta… En Valladolid fue gracioso porque yo le dije a Fernando [Lara]: «Si queréis hacer una retrospectiva, tenéis que poner la película porno», «Ahhh [aspavientos]». Pero claro, yo entiendo que una película porno está hecha para lo que está hecha, entonces yo no quiero que se ponga la película porno en un local, con la gente… Entonces dije: «La pones en un sitio de paso». Que la película vaya pasando y el que pase la ve y ve un trocito o tal. Me parecía una película, primero la manera de contarlo, que yo no me avergüenzo de haber hecho una película porno, y por otro lado darle una oportunidad de si alguien quiere quedarse y se engancha, que se quede, ¿no?, pero no obligarle a pasarse hora y media hasta poder hacerse la paja, que es para lo que estaba hecho, y tener que aguantar aquel coñazo.
Antón López: Según he leído en prensa de diferentes épocas, el cine español lleva en crisis toda la vida. ¿Sigues pensando que el gran problema del cine español es la falta de guionistas, o la falta de productores que amen el cine, como opinaste en dos ocasiones distintas?
Jaime Chávarri: Es que en un momento dado es la falta de guionistas, y luego a eso se añade la falta de productores, y el hecho de que los guionistas inconscientemente ya escriben algo que saben que va a gustar en televisión. A mí eso me parece que es la muerte. Porque además en televisión dicen que si hay un flashback la gente no lo va a entender. Y si ves las cosas que produce Canal+ en Francia y las cosas que produce la televisión en España… Hay un mundo de diferencia. Realmente, no tienen por qué saberlo, o sea yo la última vez que fui a televisión para hacer un proyecto, era gente que no tenía ni puta idea, ni de cine, ni de cine de televisión, ni tenían porque saberlo, porque ya pertenecían a la generación que no había leído ni había ido al cine, y entonces no tenían ni puta idea. O sea, estaban hablando de unas referencias… Y además les molestaba mucho que tú dieras a entender que sabías algo que ellos no sabían, con lo cual era imposible el diálogo, porque eso se daba a entender continuamente en cada palabra (risas). Entonces yo les decía: «Bueno, qué queréis hacer…», y el silencio era total y absoluto (risas), porque lo que esperaban era que les… Entonces les presenté un proyecto y me dicen: «¿Por qué no haces la vida de Rocío Jurado?», y dije: «Pues sí… Vale, la historia de una lesbiana, tal…», y ellos «¡¡No, no, eso no, eso no!!» (risas).
Antón López: Según dices, el cine «debe ser una obsesión, un trauma» y que «cuanto más enfermo, tarado y loco esté un director, mejor». ¿El arte no puede ser equilibrado ni equilibrante?
Jaime Chávarri: Sí, pero está muy bien que sea eso frente a la indiferencia hacia el cine que veo ahora, pero el cine puede ser perfectamente equilibrado. Y ahí tienes a cien mil directores buenos, y al Hitchcock que se planteaba las películas y luego llegaba el momento de rodar y se aburría, porque ya tenía todo hecho… O sea, hay una cosa que tengo muy clara, sobre todo cuando enseño, cuando doy clase tengo que dejárselo clarísimo: No hay fórmulas. En el arte no hay ningún tipo de fórmula, o sea, el que hace todo lo contrario de lo que hay que hacer, si es bueno será de puta madre, y si el que hace lo que hay que hacer académicamente es bueno lo hará de puta madre, o sea da igual. Lo que pasa es que a veces dices lo contrario para que sepan que lo contrario también existe. Yo digo eso de la enfermedad cuando veo la absoluta falta de enfermedad, que ya se convierte en una falta de pasión y en una falta de impulso, pero no que sea una condición sine qua non (risas). Entonces, para poner ejemplo de director enfermo, les digo «el cine de Nicholas Ray…» y como no saben quién es, el ejemplo… acaba así (risas). Que tampoco es un enfermo obvio, pero indudablemente hay algo en sus películas, siempre hay una cosa rara…
Antón López: ¿No te has planteado una edición de todo este primer material tuyo, cortometrajes, largos en 8 mm… y Los viajes escolares?
Jaime Chávarri: Sí, ¿pero a quién se lo tengo que plantear? O sea, Los viajes escolares la tiene Cerezo, o sea en ese sentido está bien porque Cerezo sabe lo que tiene; intentó en un momento dado ir sacando unas copias en DVD que estaban muy bien, luego se quedó sin dinero porque no las vendió, y tal… Pero, sí, estaría bien, pero yo no sé… Es que yo soy muy burro y soy muy poco práctico, y no sé con quién tendría que hablar… ¿con la FNAC? El cine prohibido de Jaime Chávarri (risas). Además, aunque no sea de mi propiedad, estoy seguro de que El río de oro es una película que se puede localizar a quién la tenga, y no la versión doblada, que me la cargué, sino la versión original inglesa, y es una película muy paralela a Los viajes escolares, porque es casi el mismo personaje treinta años después, y luego los dos cortos, que es curioso porque además dos son sobre mujeres y dos son sobre hombres, o sea que darían una visión bastante completita, se puede hacer un pack interesante…
FIN.
Una maravilla de principio a fin. ¡Gracias!
¡¡Gracias a ti!! Nos alegra que la disfrutes. ¡Saludos!
Pasote de interviu, un placer enorme leerlo. Esta noche me pongo a ver «Los viajes escolares». Ni me acuerdo de ella.
Gracias Don Sicalíptico, ¡gran elección!
El director de Los inocentes es Jack Clayton y no Leighton. Quizá sea un error de transcripción. La entrevista en general es estupenda. Gracias!
¡Efectivamente! Gracias por la corrección. ¡Saludos!