Se pretendía hacer una burla del próximo Festival de Eurovisión —considerado ya como una horterada— cuyo escenario iba a ser Madrid por culpa precisamente de Massiel. La falta de distribución retrasaría el estreno tanto que la película perdería toda oportunidad, pero eso no lo sabríamos hasta mucho después.
Así rememoraba José Luis Borau en la publicación Archivos de la Filmoteca la idea original del primer largometraje de su productora, El Imán. Primeramente conocido como Caca, culo, pedo, pis, luego Al escondite inglés y finalmente rebautizada por los distribuidores como Un, dos, tres… al escondite inglés, sus premisas eran muy sencillas, tan homologables con la modernidad y con la interminable figura de ruptura generacional, que se podrían convalidar hoy mismo. Un grupo de jóvenes que regentan con insobornables convicciones artísticas la tienda de discos UGH!, ve intolerable la celebración del siguiente Festival de la Canción de Mundocanal, con la trasnochada composición «Mentira, mentira» (escrita para la ocasión por Carmen Santonja y Gloria Van Aerssen) como representación, para más agravio. Unidos por el ultraje, se confabulan para evitar a toda costa tamaño atentado contra el buen gusto, decidiendo seguir la pista y aniquilar a todos los conjuntos sospechosos de interpretar la infame canción.